Redolinda, la referente educativa
del Programa FinEs 2 en el Centro Cultural “Esperanza de Vida” en la localidad
de Adrogué, Partido de Almirante Brown, tiene una gran trayectoria desde los
inicios mismos del Plan dentro del Programa Argentina Trabaja. En un principio,
estaba destinado sólo a cooperativistas y sus familiares con lo cual muchas
personas, las del barrio, no tenían la posibilidad de anotarse. Como ella
explica, “ese fue el primer encontronazo que tuve cuando recién empezamos a hacer la capacitación como referente, Yo les
decía ‘pero permítanme que meta a los vecinos, ¿ustedes se hacen una idea que
yo teniendo un secundario acá y el vecino de enfrente le tenga que decir que no
puede entrar?’ Ahí empecé a luchar (…) Yo tengo 5 comisiones, en todas tengo un
vecino de acá, de allá, de la otra cuadra, porque pasó eso, viniste con el secundario al barrio y la
gente se suma al lugar.”
El progreso del programa en Atte.
Brown, logró que hoy, a mediados de 2012, ya sean 5200 las personas que están
estudiando en su barrio o en su lugar de trabajo. Las primeras encuestas,
reflejaron que eran 12 mil los que aún no habían logrado obtener su título
secundario; por lo cual, estar “casi llegando a un 50 % de lo que falta del
secundario en almirante Brown, ¿cómo no
vamos a estar contentos?, dice, tajante, Redolinda.
La gran historia de lucha por el
barrio y por los vecinos; la gran identificación hacia ella dentro de la
institución; su predisposición al trabajo, a la colaboración, a la toma de
conciencia y al respeto por los derechos de los ciudadanos, hacen de Redolinda
una referente salida de otro planeta,
relataría Víctor Hugo Morales si se tratara de una jugadora de fútbol. Acompañó
a los talleristas a conocer el distrito y a ponerlos en contacto con otras
personalidades del barrio, aquéllas que como Redolinda hacen y piensan en el
otro más que en uno. Prestó su espacio para capacitaciones, fueron parte del
spot publicitario del Programa Argentina Trabaja. Sus puertas están siempre
abiertas, sus oídos dispuestos a escuchar y su boca dispuesta a expresarse,
siempre en pos de un beneficio para la comunidad.
En este contexto, el FinEs vino a
reparar muchos derechos, no solo el de la educación. Romper el prejuicio de que
las instituciones barriales no son espacios de enseñanza, de que el pueblo no
quiere aprender. En esto, la referente se siente orgullosa, y no es para menos:
“Yo soy una de las instituciones que al primer, segundo o tercer día ya
completé el cupo de profesores, y tengo cinco comisiones, o sea 25 profesores.
Hay algunos profesores que tienen todas las materias. La de matemáticas está en
todas las comisiones que hay acá. Esto
quiere decir, que estos grupos a los profesores también les gustan, porque les
gusta que el grupo participe. Una profesora el otro día se fue re chocha
por la participación que tiene el grupo. Quiere
decir, que vienen realmente a aprender.”
Cambian los códigos, se reavivan
viejos valores, se comparten experiencias, todo se transforma. Incluso los más
grandes, que se dicen estar más duros, pero que en la práctica eso no parece.
Se forman familias, se predica con el
ejemplo, se preocupan por el otro y, lo mejor es que ellos no lo ven en el día
a día. “Hay algo muy simple que desde el primer día hay, y es lo primero que
impacta: no hay miedo a nada, hay mesas
grandes, hay te, todo se comparte”, relata Redolinda.
En el caso de las mujeres, por
ejemplo, cursar dos veces por semana les dio una nueva oportunidad, ya que “no
lo pudieron terminar porque no podían cubrir los cinco días y no podían cubrir
ese horario porque no tenían con quién dejar las criaturas. Ese es un impedimento para las mujeres
principalmente.”
LA GENTE GRANDE TAMBIÉN SE ACERCA
AL ESTUDIO
Mucho se ha escuchado de que para
aprender y para estudiar nunca es tarde, pero siempre se ha escuchado. Muy
pocos eran los casos, pero hoy se multiplican. Los adultos mayores son parte
del futuro, son fundamentales en la transmisión de tradiciones y experiencias,
en la educación de los nietos, por eso, también son parte del FinEs: “tengo un
grupo de gente mayor como yo, de 60 y pico, y me decían ‘¿pero a qué voy a
venir?’, ‘vení, porque vos con este secundario vas a poder hablar los mismos
códigos con tus nietos’, les decía yo. Ahora me dicen: ‘Redolinda, qué razón tenés, con mis nietos hago la tarea’. Esto
hace que vos tengas un tema de conversación, y la integración hacia adentro de
la familia.”
La principal ventaja que trae es
la interacción entre distintas generaciones. La relación entre un joven y un adulto,
entre madre e hija y ellas con otras personas, hermanas que comparten un
estudio, marido y mujer, tías/os y sobrinas/os, y así podríamos continuar con
la cadena familiar porque al FinEs
llegan todos. Finalmente, la referente nos deja un razonamiento que explica
el cambio radical que se aproxima para los barrios más vulnerables: “Los
adultos les traen a los jóvenes su experiencia de vida y los jóvenes lo que
hacen es refrescarle la memoria al adulto porque ellos tienen mucho menos
tiempo entre que dejaron hasta que se reintegraron nuevamente.” Una vez más, todo se comparte, y esa es la idea. El
conocimiento y los saberes se construyen y se difunden concientemente entre
todos.
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